03.06.2014 21:57
La mujer y las diosas en Mesoamérica
Inmerso en un universo sagrado, las fuerzas sobrehumanas y los poderes representados trascienden todas sus actividades. Las creencias religiosas lo ocupaban todo. Hasta los conjuntos de cualidades, funciones, procesos y conductas se personificaron en sus dioses.
En este esquema de organización explicado en la mitología, la mujer aparece en igualdad con el hombre. Cuando Quetzalcoatl viaja al Mictlan en busca de los huesos preciosos para crear al hombre, tanto los de la mujer como los del hombre estaban contiguos; Quetzalcoatl sangró su miembro sobre ellos y gracias a esta penitencia, junto con la de otros dioses, nacen simultáneamente hombre y mujer.. Otro mito explica que una vez que los dioses habían creado el fuego y el sol, hicieron luego a un hombre y una mujer llamados Oxomoco y Cipactonal.
Fig. 1 Foto: Nacimiento de la
Mujer, Vindobonensis, 37
En tal contexto, aparece por cierto, en el Códice Vindobonensis (fig. 1) el nacimiento de la mujer primero que el del hombre. La tradición oral mixteca apunta que nacieron en forma de capullo entre las hojas de la ceiba blanca. En su origen estuvieron presentes cinco dioses: el viento negro, el dios de la sabiduría, el sol, el rayo y el de la lluvia, y cada uno de ellos les otorgó poder por partes iguales; En cierto sentido, podría decirse que la religión no establece distinción entre hombres y mujeres. Ambos sexos tienen las mismas oportunidades en la vida sagrada, en el mundo sagrado; Y, por tanto, si la mujer se formó a imagen y semejanza de la divinidad, este aspecto sagrado tuvo mucho que ver con el comportamiento de la mujer en cuanto que el ideal femenino, y los principales que le atañen estaban plasmados en la concepción de sus deidades. Las mujeres tenían sus propias diosas o patronas que presidían su vida femenina. Las diosas veneradas modelaban la actitud mental de la mujer y determinaban el modo en que cada una debía comportarse en todos los actos de su vida; de hecho, todos sus órganos, experiencias fisiológicas y sus gestos, tenían amplia significación religiosa; ya que todos los comportamientos humanos fueron instaurados por los dioses en el principio de los tiempos. Ellos fundaron los diversos trabajos, maneras de alimentarse, de hacer el amor, de expresarse, entre muchas otras actividades. En este sentido, no se llega a ser verdaderamente mujer -u hombre- salvo imitando a los dioses, viviendo de acuerdo con modelos extrahumanos o teo-tipos. Porque el hombre mesoamericano modeló, incluso toda su vida social, a imagen de la concepción del mundo religioso, con iguales principios fundamentales tanto para el mundo real como para el únicamente pensado.
Arquetipos
Estos modelos a alcanzar en el plano trashumano, se refieren a modelos o normas de conducta mental y emotiva, que el Psicólogo Carl G. Jung denominó arquetipos. Los cuales se expresan a través de los elementos de la vida psíquica, "formando sus emociones y su panorama ético y mental , influyendo en sus relaciones con los demás y de este modo, afectando la totalidad de su destino".
Es aquí donde la mujer va a buscar la realidad profunda de su propia vida cotidiana, pero debe hacerlo a través del entendimiento del origen, de este modo que la mitológica lejos de ser estática se mueve, se transforma y nos habla de imágenes que evocan formas de conducta determinadas por los modelos divinos que pueden descubrirse en los distintos ciclos calendáricos.
En la historia de las religiones aparecen dos importantes principios arquetípicos: el masculino, representado por la imagen de Nuestro Padre, en la religión del Padre, que mora en el cielo, crea y actúa; corresponde al modelo masculino por excelencia. Junto a éste, el femenino, Nuestra Madre, que mora en la tierra, da a luz y en cuyo seno todo suceder tiene su origen y su fin, que atañe al modelo cósmico de la mujer. Ambos principios arquetípicos se encuentran presentes en la religión mesoamericana; ya que ninguna religión carece de los conceptos del Padre y de la Madre. Para todo hombre su Madre es una diosa y su Padre un dios.
De todo lo tratado hasta aquí resulta que los arquetipos de la mujer están en los mitos y por extensión en los rituales que se desprenden del mito. Nos interesa tratar en esta disertación aquellos modelos que podemos inferir de las imágenes divinas y símbolos plasmados específicamente en los códices religiosos que abordan directamente los temas del calendario ritual, el tonalamatl y de algunas ceremonias mágico-religiosas. En este lenguaje de imágenes y símbolos relacionados con las diosas, pretendemos poner de manifiesto algunos de los arquetipos que existieron para la mujer en Mesoamérica; definidos y comprendidos a la luz de los datos obtenidos mediante el análisis iconográfico. Entendemos la obra de arte como entidad de la que parten conexiones con las creencias, las ideas y la situación de los hombres que la crearon. En suma como un producto de la historia.
Análisis iconográfico
Se refiere a la forma encarnada en materia. El mundo de las formas puras, reconocidas así como portadoras de significados primarios o naturales, el mundo de los motivos artísticos, objetos y acciones representadas por líneas, colores y volúmenes: seres humanos, animales, plantas, instrumentos.
En este paso se usan las fuentes originales para leer las imágenes: testimonios pictográficos, textos etnográficos del siglo XVI: Sahagún, Durán, Motolinia, Torquemada, Mendieta. Cronistas indígenas: Ixtlixochitl, Pomar, Tezozomoc, Muñoz Camargo. Vocabularios Nahuatl-Español, Molina. Obras de clérigos como manuales y tratados sobre religión prehispánica referentes a las prácticas realizadas por curanderos, magos y yerberos: Hernando Ruiz de Alarcón, Jacinto de la Serna. Obras anónimas en lengua indígena como la Leyenda de los Soles, Anales de Cuauhtitlan, Historia Tolteca-Chichimeca, otras como la Historia de los Mexicanos por sus pinturas y la Historia oral o tradición oral; complementando todo esto con algunos estudios que sobre el tema han realizado distintos investigadores de principio de siglo y contemporáneos.
Códice Borgia
Uno de nuestros objetivos fue obtener información directamente de los testimonios prehispánicos, que nos remitieran a las más antiguas y puras concepciones de las divinidades. Para ello seleccionamos el Códice Borgia, por considerarlo el más representativo de los códices religiosos; El amoxtli (en nahuatl libro hecho a modo de biombo) Borgia es uno de los más bello y trascendentes documentos pictográficos de origen prehispánico, por su calidad estética y por el cúmulo de información que aporta en torno a la religión mesoamericana, se conforma de 14 tiras de piel curtida de animal, probablemente venado; de 27 cm de ancho y distintos largos. Están unidos en una sola tira de 10 m de largo, plegada a modo de biombo o acordeón, constituyendo 39 hojas, cada una de 26.5 cm de largo, de las cuales 39 están pintadas por ambos lados. Presenta una fina capa de estuco (cal o yeso) blanco, alisado y pulido como revestimiento para corregir las irregularidades del material, donde se aplicaba con finos pinceles de pelo de conejo, las imágenes iluminadas con colores de origen vegetal y mineral disueltos en agua. Como ocurre con otros códices mexicanos prehispánicos y coloniales, no se resguarda en el país. Actualmente se localiza en la Biblioteca Apostólica Vaticana, en la Ciudad del Vaticano, Italia, Junto con los códices Fejérváry Mayer, Laud, Cospi, Vaticano B, y la Pintura No. 20 de la Colección Goupil Aubin, forma el denominado grupo de Códices Borgia, al cual da su nombre por ser el más representativo. El conjunto se integra a partir de la serie de características que comparten.
Fueron elaborados antes de la conquista, aproximadamente en el Postclásico Tardío entre 1200 y 1300 d.C.; provienen de un área no ubicada todavía con exactitud entre los valles de Puebla y Tlaxcala por el norte, y Oaxaca por el sur. Presumiblemente de la cultura nahuatl con influencia de la mixteca. Fueron realizados en piel de animal de estilo similar al denominado Mixteca-Puebla, estilo iconográfico "internacional" que prevaleció en gran parte de Mesoamérica durante el postclásico. Tiene como características más importantes: la precisión casi geométrica en la delineación de las imágenes, símbolos uniformados y convencionales, colores numerosos y vivos que expresan ideas fundamentales con sentido religioso que está estrechamente vinculado con el mito, el rito, la astronomía y el calendario augural-adivinatorio, además contiene una amplia y compleja sección intermedia -única en este códice- con escenas de elaborados rituales relacionados con prácticas religiosas efectuadas, en diversos recintos sagrados. El tonalamatl que abarca lapsos de 260 días divididos en 20 grupos de 13 días, lo que da 20 trecenas. tiene una deidad asociada a cada día y una o dos deidades regían la trecena. El significado del primer día del mes determinaba el carácter favorable, nefasto o indiferente de la trecena. Los días que eran 20, además de tener este tipo de manifestaciones, tenían su propio signo o glifo. A la lectura de estos 260 días se le llamaba tonalpohualli, cuenta de los días o destinos.
Es de especial interés mencionar que por el carácter religioso que tiene el códice, las deidades ocupan papel especial. Como ya hemos anotado, presiden días y trecenas, además de aparecer en la sección relacionada con el rituales Podemos observar atuendos sumamente elaborados y distintiva pintura facial y corporal, que permite en la mayoría de los casos, su identificación.
Diosas del códice Borgia
Encontramos en el Códice Borgia la concepción de ocho diosas: Tlazolteotl, Xochiquetzal, Mayahuel, Chalchiuhtlicue, Cihuateotl, Itzpapalotl, Chantico y Mictlancihuatl, cuyas representaciones en las diferentes secciones que conforman el Códice dan un total de 180 iconos.
En el caso específico de estas diosas, es necesario señalar que son avatares del principio femenino de la deidad cósmica andrógina Ometeotl, "Dios dual" –principio creador, femenino y masculino. El cual se dividia en Ometecuhtli "Señor dual", y Omecihuatl "Señora dual". El Padre de los dioses La Madre de los dioses. Dios creador en su doble manifestación de femenino y masculino: Espíritu Universal informe y no definible por tratarse de un ser abstracto que es esencia; Ser Supremo que existe por sí mismo, causa primera de todas las cosas, que después de crear el cosmos deja la pasividad de los Seres Celestes para que, de su misma sustancia, dé paso a otras formas más ricas en valencias míticas, eficientes y fácilmente accesibles. Examinemos algo más cerca la función religiosa de estas diosas en cuanto modelos o arquetipos de lo femenino y cómo la versatilidad de la mitología de la diosa permite comprender la fuerza o poder que iba de la deidad a la mujer para dar fundamento a su naturaleza, a su comportamiento, modelando cada momento particular de su vida.
Tlazolteotl
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Tlazolteotl, " la transformadora de la energia", En esta deidad, convergen casi todos los atributos propios de la Gran Madre-Tierra, de tal manera que en el Códice Borgia, podemos rastrear iconográficamente imágenes que nos llevan a concepciones telúricas muy antiguas; antecedentes directos de las Diosas-Madres. Esto implica que Tlalzolteotl en un principio fue concebida como Madre-Tierra en su capacidad infinita e inagotable de dar fruto, trasformando como capa telúrica, de la que nace todo. Así por ejemplo, en la lámina 28 (Fig. 2) diversas advocaciones de la deidad se muestran influenciadas por las fuerzas -personificadas en Tlaloc- que ayudan o afectan las plantas del maíz. diosa de la fertilidad humana, la gran parturienta, diosa del amor y asociada a la luna.

Foto: Fig. 2
Pero también Tlazolteotl es la Gran Madre, concebida como parturienta. En el Códice Laud, lámina 40 (fig. 3) se le representa embarazada, con las piernas abiertas en posición de parto mamazouhticac "tener los brazos extendidos". Conviene distinguir que usualmente se le representa después de parir, esto es; senos plenos y pesados con pliegues en el vientre.
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Por su actividad de parir se le asocia más a la mujer madura, a quien protege en el embarazo junto con su criatura. En este contexto, la fertilidad de la tierra y la fecundidad de la mujer se solidarizan: "la tierra es una mujer y la mujer es la tierra". Ambas producen la vida y encierran dentro de sí el misterio de la creación. La madre humana no es sino la representante de la Gran Madre telúrica, porque "el alumbramiento y el parto son versiones microcósmicas de un acto ejemplar ejecutado por la tierra. La madre humana no hace sino imitar o repetir este acto primordial de aparición de la vida en el seno de la tierra". Cuando las mujeres no podían parir, las parteras les hablaban así: "hija mía muy amada, mira que eres mujer fuerte, esfuérzate y haz como aquella diosa que parió primero que se llamaba Cihuacoatl (la mujer serpiente) y Quilaztli (la que utiliza las plantas). Tenemos que Tlazolteotl, en su desdoblamiento como Teteoinnan "la energía mas pura de la madre", era patrona de las parteras, médicas y de aquellas que echaban la suerte con granos de maíz. Por cierto, la práctica de la medicina y de leer la suerte mediante los granos de maíz, fueron actividades de la mujer porque los dioses así lo indicaron en el principio de la humanidad "...

Tlazolteotl, arquetipo de la Madre, de la mujer madura. Borgia, 12 Foto: Fig. 4
Sin duda Tlazolteotl ocupó lugar importante entre los númenes representados en el Códice Borgia.. En un total de 57, sus imágenes se distribuyen en las diferentes secciones que conforman el códice, aludiendo a las diversas edades de la deidad. Rige el signo del día jaguar y es patrona de la décimo tercera del tonalamatl que empieza con el día uno movimiento.
En tal contexto la podemos identificar mediante sus atavíos esenciales o diagnósticos en la lámina 12 donde aparece como tutora del signo ocelotl "jaguar". (Fig. 4) Porta las vendas de algodón sin hilar ichcaxochitl "flor de algodón", que son parte del tocado del cual se corona con dos husos de oro de cuyas agujas superiores generalmente penden copos de algodón cardado como espiguillas, llamadas tlamamalacaquetzalli "husos perforados con plumas preciosas". Atuendo que alude directamente a una de las ocupaciones principales de la mujer: el hilado y el tejido. Actividades también establecidas por los dioses; ya que cuando hicieron al hombre y a la mujer, le mandaron a ella que hilase y tejiese sus ornamentos son variados, un collar de oro, otro de mosaico de turquesa revestido con cascabeles redondos de oro. Un sartal de cuentas preciosas también con cascabeles áureos y un pectoral en forma de penca -hoja carnosa- del maguey trabajada en lo que podría ser concha y mosaico de turquesa. La pulsera es de plumas finas con pinjantes de oro. El torso está desnudo y sólo se distingue, en la parte de la espalda, una pequeña capa en blanco y negro que podría ser de papel por la rigidez que presenta. El adorno de la región lumbar es una cabeza de guacamaya de la que penden dos ribetes uno trabajado en pluma y otro de papel, Luce cueitl "falda" en negro y rojo con el símbolo en forma de "herradura" y un pedernal adentro que es la convención iconográfica que representa a la luna en la fase de cuarto creciente. Asimismo, la cenefa con banda roja perdernales y puntos negros en fondo azul, sugiere la noche. Encontramos, por tanto, que la falda es una alegoría selénica toda vez que la deidad está íntimamente vinculada con el astro, vemos que lleva adorno de nuca en hechura de abanico con plumas finas entre las que destacan las negras de gallina silvestre o cuervo. Como extensión del atavío sobresale parte del copili de hojas amarillas de la palma zoyatl, llamado zoyatemalli, el cual nace de una madeja hecha con plumas de codorniz, que en este caso queda oculta por la imagen en primer plano. La nariguera en forma de luna yacameztli es de oro, al igual que la orejera engarzada con un ovillo de algodón. La pintura facial consta de doble raya negra, ancha y angosta, abajo del ojo; y de la zona ennegrecida con hule alrededor de la boca, referida como motenolcopintica. La pintura corporal es amarilla, característica de las diosas Cabe agregar que, Tlazolteotl está sentada sobre icpalli "sillón con respaldo" y asiento en piel de jaguar, acción que hace referencia a la jerarquía y poder del gobernante, a la autoridad, dignidad y mando y, en sentido figurado, a la madre, a la protectora32, por extensión a la madre amorosa que da vida y protege a sus criaturas.
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Tlazolteotl, arquetipo de la mujer guerrera. Laud, 20 Foto: Fig. 5

Encontramos que uno de los poderes o fuerzas se entiende que lleve yacameztli y los símbolos de su falda plenamente identificados como luna y oscuridad. En otras imágenes del códice la relación Luna-Tlazolteotl es clara La vinculación seguramente estaba en la naturaleza cíclica de la luna. Los mexicas reconocían los ritmos que la hacían renacer y morir "cuando la luna nuevamente nace parece como un arquito de alambre delgado, y después de sus ritmos se muere la luna". entonces, podemos hablar de una regeneración en el plano cósmico. La valoración religiosa de los ciclos lunares hizo posibles las primeras grandes síntesis como el nacimiento, la evolución, la muerte y la resurrección, las aguas, las plantas, la mujer y la fertilidad.Pero lo que nos interesa por el momento sobre la abundante concepción de la luna, son los aspectos que influyen tanto en los ritmos de las plantas como en la fisiología de la mujer. En efecto, se reconoce que la naturaleza femenina es recurrente y desde los tiempos históricos más remotos se ha comparado el ciclo menstrual con las distintas fases de la luna, reconociendo que gobernaba estos periodos. Así, la mujer como la luna son cíclicas. De la misma manera el mundo de las plantas es sometido a la misma recurrencia controlada por los ritmos lunares.
Aparecen, por cierto, en esta diosa propiedades que la hacen responsable de la sensualidad y los excesosa ésto se refiere su nombre como diosa de la basura e inmundicia -en sentido simbólico- ya que estas exageraciones contaminaban al hombre .
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Tlazolteotl, mujer guerrera. Cospi, 26
Foto: Fig. 6
"El polvo y la basura las obras de la carne Tlazolteotl las provocaba, las encendía Tlazolteotl las fomentabay sólo ella descargaba ella purificaba, aliviaba lavaba, bañaba" Tlazolteotl tenía la capacidad de recobrar la fuerza que ella penetraba en el hombre; era a su vez , Tlaelcuani "comedora de inmundicias". Como sugiere López Austin, "los dioses inspiraban -formaban dentro del hombre- las pasiones positivas y negativas"
Finalmente, la deidad incorpora el arquetipo de la guerrera, aunque sin duda se pensará que su correspondencia en la mujer se refiere al parto, ya que se imaginaba como guerrera que luchaba por traer al mundo a un nuevo ser, como dicen las fuentes documentales. Aun así, pensamos que las representaciones en los códices Borgia 63, Cospi 26 y Laud 20 (fig. 5), donde se muestra como "mujer guerrera" por llevar chimalli o escudo, bandera, flechas, lanza dardos; banda multicolor asociada a la guerra, anudada a la cintura y Cuauhpilolli "colgajo de plumas de águila" se refieren efectivamente a la actividad bélica de la mujer; como podemos constatar en otro códice de orden histórico como el Selden, donde aparece beligerante.
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Tlazolteotl, arquetipo de la mujer madura. Laud, 42
Foto: Fig. 7
Sin duda Tlazolteotl fue deidad de múltiples desdoblamientos, los cuales debieron atañer a diferentes arquetipos de la mujer mesoamericana dentro de la mitología de la diosa. Ya hemos mencionado que se asimilaba a la mujer madura en plenitud de procrear. Pero hay encarnaciones en contexto más tardío que se vinculan a otras edades de la mujer; como Toci "Nuestra Abuela", "Corazón de la Tierra", se identificaba con la mujer anciana y sabia, además de las atribuciones que tiene como avatar de Tlazolteotl -patrona de las médicas o parteras, protectora de las recién paridas y sus criaturas es además inventora del baño de temazcal y a ella se le hacía responsable de los temblores de tierra.
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Xochiquetzal
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Otra diosa cuya importancia resalta en el Códice Borgia, y de la cual se tienen 44 representaciones, es Xochiquetzal "Flor de Quetzal, Flor Preciosa". Sería el arquetipo de la mujer joven en pleno potencial eminentemente femenina, su ámbito: el amor, la voluptuosidad, la sensualidad. Pero también su esfera de acción está en el juego, el canto, la danza, la alegría, las flores y, en términos generales, de todo lo que es hermoso. Asimismo, por obvias razones, preside la actividad artística de mujeres y hombres. Era patrona de los pintores, bordadoras, tejedoras, escultores y plateros. Es factible que Xochiquetzal fuese la diosa de las mujeres pintoras que ejercían la profesión de tlacuilo "pintor, escribano" como lo muestra gráficamente el Códice Telleriano Remens . En el Tonalamatl rige el día uno xochitl por lo que las mujeres que nacían en él tenían posibilidad de ser buenas bordadoras
Xochiquetzal, arquetipo de la mujer joven
Vindobonensis, 32Foto: Fig. 8
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Xochiquetzal, arquetipo de la mujer joven.
Borgia, 57Foto: Fig. 9


Xochiquetzal, arquetipo de las actividades artísticas
de las mujeres. Borgia, 9 Foto: Fig. 10
Sus imágenes en el Códice Borgia son de lo más bellas, de acuerdo con las fuerzas que personifica como la primavera. La habilidad del tlacuilo nos permite gozar estéticamente de sus ornamentos, los cuales debían resaltar su feminidad. En la lámina 9 (fig. 6) la observamos con sus atavíos distintivos. Porta yelmo en forma de cabeza de quetzal que la cubre armoniosamente. De la parte de atrás del yelmo sobresalen dos copili o tocados casi perpendiculares, el ome quetzalli "dos coronas de plumas preciosas ", adornados por estilizadas mariposas de papel; en otras representaciones (fig. 7) estos ome quetzalli aparecen como mechones erguidos propios del peinado de la mujer noble. Lleva nariguera de mariposa, yacapapalotl hecha de turquesa y orejera de mosaico del mismo mineral. De esta última pende una gran gema. Sus vestidos son suntuosos, ricos en color lo que denota el trabajo de bordado, tejido y plumería del atuendo que consta de quechquemitl "manto con cuello", "especie de capa en forma triangular propia de la mujer", cueitl, y manto con cenefa de caracolillos que, seguramente, se sostenía al cuerpo por medio de graciosos cordeles combinados en rojo y blanco, rematados con flores. Asimismo, al igual que Tlazolteotl se presenta sentada sobre el icpalli con asiento de piel de jaguar, el cual simboliza el poder, que ampara. .
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Conviene apuntar el hecho que Xochiquetzal aparezca, al igual que Tlazolteotl, con características guerreras en la lámina 18 del Códice Cospi (Fig. 8). Se representa con un atavío diagnóstico izquixochitl "guirnalda hecha con flores de maíz tostado", chimalli o escudo, bandera, flechas y banda multicolor de guerra anudada a la cintura. Atavíos explicables a la luz del mito que atribuye a Xochiquetzal ser la primer mujer muerta en la guerra, "y la más esforzada de cuantas murieron en ella"
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Xochiquetzal, arquetipo de las mujeres que morían en la guerra.
Cospi, 18 Foto: Fig. 12
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Mayahuel
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La fertilidad exuberante y la opulencia relacionadas con la plenitud vital que resalta y amplifica la vida, tanto la humana como la agrícola, también tuvo su modelo divino. Corresponde al campo de acción de Mayahuel, "la de la planta del maguey" tales propiedades. De esta madre arquetípica se dice que tenía 400 pechos -innumerables- con los que simbolizaba su poder nutritivo, por lo cual los dioses la transformaron en maguey. Del poder que tenía para reproducir la vida y aumentarla.
Su principal elemento iconográfico es la planta del maguey en plena inflorescencia. En la mayoría de sus imágenes la diosa está dentro de la planta o al lado de ella; y como avatar de Tlazolteotl aparece en la lámina 9 del Códice Laud (fig. 9) con pechos plenos, las piernas abiertas en posición de parto y sentada sobre una tortuga; en este caso se califica como Ayopechtli "la que tiene su asiento o sede sobre la tortuga"; que en el contexto mexica fue la protectora del parto, "de los vientres maduros que se hacen vida".
Mayahuel Foto: Fig. 9
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Este carácter prolífico que envuelve a Mayahuel lo podemos encontrar gráficamente en la simbología que ostenta en la lámina 16 del Códice Borgia (fig. 10), donde amamanta a un pez como signo de fecundidad, de abundancia, invocando la fertilidad amplificada. Los peces tienen la connotación de ser prolíficos en su reproducción. Respecto a la imagen de la diosa, ésta se muestra con los brazos a los lados semiextendidos. La parte de arriba del torso está de frente y la de abajo de perfil, solución plástica que nos permite observar sus pechos plenos y los pliegues en el vientre, lo cual indican su reciente parto. Así queda, pues, plenamente identificada la Gran Madre nutricia y fecunda. Asimismo, el torso semidesnudo no representa obstáculo para que el tlacuilo deje constancia de los delicados y no menos bellos ropajes y ornamentos. Lleva dos collares, uno de oro y otro de mosaico de turquesa adornados con cascabeles redondos áureos.
Foto: Fig. 10
Su quechquemitl armoniza con su cueitl, ambos con la representación del agua, ribeteados con caracolillos, simbología acuática que alude el carácter fértil del numen. En el pelo, la banda de algodón sin hilar ichcaxochitl, con adorno de papel en forma de rosetón; y en la parte posterior de la cabeza el tocado de plumas preciosas y hojas de la palma zoyatl, zoyatemalli. Del manto típico de las diosas sólo se puede observar una pequeña porción abajo del tocado que indica de qué estaba hecho; en este caso es de piel de jaguar. Los cordones bicolores rematados en flores, con los cuales se adhería al cuerpo, se pueden observar abajo del antebrazo izquierdo.
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Mayahuel, como Ayopechtli.
Fejérváry Mayer, 35
La pintura facial es blanca de tiza -como la luz lunar- con hule alrededor de la boca y dos pequeñas franjas negras paralelas debajo del ojo. La nariguera en forma de luna yacameztli es de oro, al igual que sus orejeras en las que se inserta un rollo de algodón. Complementan estos atavíos sus pulseras de turquesa con cascabeles redondos de oro y sus sandalias blancas que se sujetan a los tobillos mediante correas de piel adornadas de piedras preciosas. El color del cuerpo es amarillo de acuerdo con su carácter de diosa terrestre, se muestra sentada sobre el icpalli con asiento de piel de jaguar que se refiere, como hemos relacionado, a la jerarquía y dominio de las diosas pero sobre todo a su aspecto de madre bienhechora. La planta de maguey, símbolo que la identifica, el cual de hecho es ella misma como se indica en el mito, se puede observar en otro plano, atrás del icpalli, lo que da cierta sensación de profundidad a la imagen. De esta diosa se tienen siete imágenes, todas ellas con la misma connotación.
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Mayahuel, arquetipo de la madre nutricia.
Fejérváry Mayer, 28
Por otra parte, existe una asociación clara entre la mujer y el pulque en los códices. Conviene destacar en este punto que Mayahuel fue la inventora del proceso para sacar el pulque del maguey: "era mujer que comenzó y supo primero agujerear los magueyes, para sacar la miel de que se hace el vino, y llamábase Mayahuel". Conocemos el término con el que se denominaba a los hombres que efectuaban esta actividad: Tlachiquero, ignoramos como se designaba a la mujer. Está claro que, dentro de los elementos simbólicos están aquellos invocadores de la fertilidad, la abundancia; además le corresponde el arquetipo de la madre nutricia. Ahora bien, derivado de lo anterior entendemos la simbología de Mayahuel, que nos remite -como en el caso de Tlazolteotl- a la idea del ritmo en la fisiología de la mujer y en la fertilidad de la vegetación cuya fuerza o poder emana de la divinidad solidarizada con la luna.
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Chalchiuhtlicue
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Chalchiuhtlicue, modelo de la madre
Borgia, 17 Foto: Fig. 11
Chalchiuhtlicue "la de la falda de jade" era diosa de las aguas terrestres, de las aguas vivas (que fluyen); también era Señora de los mantenimientos, nutría al hombre para que pudiese vivir y multiplicarse. De esta manera se le alude simbólicamente en la lámina 17 del Códice Borgia, donde la vamos amamantando al hombre. Entre sus atavíos diagnósticos están la falda de chalchihuites o líneas ondulantes, aludiendo al agua que fluye, y la máscara-yelmo de serpiente. Así como a veces se imagina con una corriente de agua fluyendo de la deidad.
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En la lámina 11 del Códice Borgia (fig. 12), preside el signo del día ce coatl, "uno serpiente", el cual era benéfico para aquellas mujeres nacidas en él, toda vez que serían ricas y honradas. La diosa aparece con bellos y suntuosos ropajes, resaltando su quechquemitl, cueitl y manto, trabajados con mosaicos de concha y piel de serpiente ribeteados con pequeñas plumas blancas. El yelmo en forma de serpiente es elegante, a la vez que resalta por la especie de cimera que lleva a manera de abanico. Por detrás se distingue el zoyatemalli adornado con un espejo. Aunque el yelmo seguramente cubría toda la cabeza, el tlacuilo lo recorre para dejarnos ver parte de la diadema de círculos blancos, factiblemente de concha, y el peinado que consta de un pequeño fleco y dos mechones erguidos sobre la frente
. Chalchiuhtlicue, arquetipo de la madreprotectora y bienhechora.
Borgia, 11Foto: Fig. 12
Su nariguera es de mosaico de turquesa en forma de serpiente bicéfala y las orejeras redondas también son del mismo material. De ésta penden un trapecio rojo con filo de plumas blancas y una importante piedra preciosa. La pintura facial consta de dos rayas anchas y angostas en el mentón y el cuerpo está pintado de amarillo. Como adorno del brazo lleva pulsera de turquesa con cascabeles redondos de oro. Como hemos visto en las demás diosas, su carácter de madre protectora se enfatiza al mostrarla sentada en el icpalli con asiento de piel de jaguar.
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Chalchiuhtlicue, fuente de vida por excelencia.
Fejérváry Mayer, 3
Así pues los atributos de Chalchiuhtlicue se refieren al aspecto acuático, medio de acción de la deidad por sus características fecundantes y germinativas, fuente de vida por excelencia. Pero era igualmente importante como factor de pureza, en el que estaban implicadas ceremonias rituales de lavar el cuerpo con agua. Porque las abluciones purifican, regeneran y permiten el renacimiento. Lo que es sumergido en ellas ritualmente "muere" y al volver a salir de las aguas se torna semejante a un niño que sin "pecados" y sin historia está en posibilidad de empezar una nueva vida, en un proceso ritual de muerte y renacimiento. Las abluciones purificadoras y los rituales de baños sagrados eran practicados habitualmente en el culto de las grandes diosas de la fecundidad y de la agricultura. Por otra parte, cuando la partera lavaba al recién nacido, se invocaba para ofrecerle a la criatura como encargada de su destino: "llegaís a Nuestra Madre y Padre la Señora Chalchiuhtlicue... toméis ella, porque ella os ha de llevar a cuestas y en los brazos en este mundo".
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Las Cihuateteo
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Cihuateteo, arquetipo de las mujeres muertas en el parto.
Borgia, 46 Foto: Fig. 13

Encontramos en el códice, dentro de la concepción de la Gran Madre, un arquetipo para aquellas mujeres que morían al dar a luz en su primer parto. Se trata de las Cihuapipiltin "mujeres nobles" o Cihuateteo "mujeres divinas". Estas valientes mujeres o mocihuaquetzque, eran divinizadas y adoradas con amplias facetas de índole mágica; de tal manera que partes de su cuerpo -se consideraba sobrenatural- eran preciados objetos para los guerreros y magos que veían en ellos instrumentos mágicos. Su jerarquía les permitía ser enterradas en el patio del templo de las Cihuapipiltin. De hecho, pasaban a formar parte, junto con los guerreros muertos en batalla, del séquito del sol. Ellas se dirigían hacia el poniente, cihuatlampa -rumbo de las mujeres-, para luego allí acompañar al sol en diario recorrido; dejándolo cerca donde se pone para después bajar a su ámbito: la Tierra. Asimismo, eran equiparadas a los guerreros y a las mujeres muertas en la guerra.
En nueve ocasiones en el códice, estas mujeres se representan recién paridas, desnudas del torso con senos llenos y pesados, pliegues en el vientre y faldilla. En la lámina 46 (fig. 13) encontramos a cuatro Cihuateteo, seguramente asociadas a los rumbos del universo. Su pintura corporal es amarilla con el cuerpo de perfil para mostrarnos los pliegues en el vientre, de su condición de recién paridas. Sobre el pelo negro llevan la insignia a manera de peluca hecha de papel amatzontli "cabellera de papel" con adornos de plumones para indicar su carácter de mujeres sacrificadas (muertas) en la sagrada acción de concebir la vida. Sujeta el pelo ancha tira de piel adornada en la frente con un plumón de mayor tamaño. Entre éste y la peluca, sobresalen dos mechones de cabello puestos verticalmente. La pintura facial consta de un rectángulo ancho sobre la línea de los ojos a manera de antifaz. La orejera es de oro y portan yacaxihuitl "nariguera de turquesa", que pende del séptum y está conformada por un disco seguido de un trapecio rematado en triángulo. Los collares son de oro y otro de turquesa con cascabeles redondos de oro. Llevan doble falda, vestuario distintivo de las Cihuateteo, una en color negro y sobre ella la faldilla de papel con diseños en cuadros amarillos y verdes a la que se añade una franja horizontal en tono rojo. Este complejo atavío se presenta enrollado a la altura del bajo vientre quizá para mostrar los pliegues de la piel, que inclusive se acentúan más hacia la parte de abajo. Esta tela recogida es de color negro y se abulta hacia la zona lumbar. Las sandalias son blancas y se sujetan mediante correas de piel rojas.
En otras escenas las cuales presidían los días en que se manifestaban, (códice Borgia láminas 47-48) se resalta su aspecto mortuorio con ojos peciolados -ojos fuera de sus órbitas- y faldilla adornada con fémures. En realidad a las Mujeres-Diosas muertas de parto se les consideraba como seres temibles y peligrosos, que se manifestaban en las cinco fechas en que descendían a la tierra: ce calli, ce ehecatl, ce quiahuitl, ce mazatl y ce ozomatli, "uno casa, uno viento, uno lluvia, uno venado y uno mono". Otras se incluían dentro de la clase tlaciuhqui "especie de adivinos (as)" que arrojaban los granos de maíz para conocer la suerte. Como hemos referido, estas actitudes fueron concedidas a las mujeres por los mismos dioses. Finalmente, podemos nombrar a las Tlapachtlapouhqui, que pronosticaban el destino por medio de las conchas. De lo anterior se desprende que la potencia para realizar estas actividades extraordinarias estaba contenida en la propia feminidad. Asimismo, a los Cihuateteo corresponde, dentro de su ámbito de actuación, regir las ocupaciones de curanderas.
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Itzpapalotl
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Itzpapalotl, arquetipo de la mujer sabia y anciana.
Borgia, 11 Foto: Fig. 14

En estrecha relación con las Cihuateteo, de hecho es una de ellas, encontramos a la Madre Tierra en sus aspectos mortuorios y de sacrificio; se trata de Itzpapalotl "mariposa de obsidiana". asociada a los chichimecas de Mixcoatl, el cual en el Tonalamatl rige la trecena que empieza con el día ce calli "uno casa"; una de las fechas donde descendían a la tierra las Cihuateteo,. El intérprete del Códice Telleriano Remensis designa a Itzpapalotl como Cihuateotl que andaba en los cruces, en las tres ocasiones que aparece en el Códice Borgia, algunos atavíos la relacionan iconográficamente con estas diosas. En la lámina 11 (fig.14) preside el signo del día ce cozcacuahtli y su atuendo muestra la amatzontli, peluca de papel que la relaciona con el sacrificio, y la banda ancha de piel roja para su cabeza tzoncuetlaxtli, sujetada en la parte de atrás por medio de un gran nudo plano o de rizo. Asimismo, en la frente lleva un rosetón hecho con pequeñas plumas y una jadeita o turquesa en el centro, el pelo negro es largo y está peinado a la manera de los guerreros, seccionado en mechones a la altura del cuello hacia abajo. El mechón que queda al frente se trenza con una delgada tira de piel roja. Además, lleva en el vértice de la cabeza el cuauhpilolli "colgajo de plumas de águila" de los guerreros. La pintura facial es blanca de tiza con rayas delgadas rojas verticales al igual que la del cuerpo. A la altura del ojo con ceja y de la mandíbula descarnada tiene bandas negras horizontales. En la punta de la nariz un perdernal o cuchillo de sacrificio y la boca abierta como de muerto. Su gran orejera es redonda de turquesa, con un ornamento rojo trapezoidal del que penden plumas extremadamente finas y una importante piedra preciosa. Apenas se distingue abajo del mentón los collares de oro y de mosaico de turquesa con cascabeles redondos áureos.
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Itzpapalotl, arquetipo de las magas.
Borgia, 66
Presenta alas de mariposa nocturna con pedernales; el nahualli, "ser en el que se transforma" indica que el poder o fuerza, tenían la capacidad de transformacion. Las alas le cubren todo el torso pero permiten mostrar su doble falda de Cihuateotl. Se distingue la negra adornada con un pedernal de considerable tamaño y la faldilla de papel que va encima con motivos rojos y amarillos y una cenefa de cuchillos de sacrificio. Su adorno del dorso está elaborado con diversas plumas rematadas con tres pequeños pedernales. Sustituyen sus manos y pies garras de jaguar, que la definen directamente como Tzitzimitl "curandera", Asimismo, tiene vinculación con los guerreros ya que éstos se ataviaban con trajes de tzitzinime en diversos tonos, como lo registra la Matrícula de Tributos70.
Es importante destacar que Itzpapalotl, como sucede con los númenes relacionados, también está colocada en el icpalli con asiento elaborado en piel de jaguar que la califica con jerarquía de diosa, En el signo-día ce cozcacuahtli se manifiesta la fuerza, debido a que modela la vida de las mujeres de edad avanzada, toda vez que era signo benéfico y de los "viejos". Las que nacían en él tendrían larga y dichosa vida. La fuerza y el poder de Itzpapalotl va hacia la mujer sabia y anciana, . Así pues, se presenta como el arquetipo divino de la maga que ha llegado a través del aprendizaje y experiencia adquirida en el transcurso de su larga existencia. Además, como ya hemos visto, la Diosa-Tierra es la primera sacrificada en la guerra. A Itzpapalotl le corresponde, dentro de su esfera de acción, el arquetipo de la primer mujer sacrificada. Asimismo, como otras deidades de la tierra, le corresponde asumir los aspectos de guerra y muerte.
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Chantico
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Chantico, arquetipo divino de la feminidad.
Borgia, 63 Foto: Fig. 15

Falta mencionar otra diosa relacionada con Xochiquetzal y las Cihuateteo, Chantico "la que está en el hogar", diosa del fuego terrestre, que se ubica en el fogón de la casa, ante el cual se hacían varias ceremonias al día. El fogón hace la morada, por lo que podríamos pensar que Chantico factiblemente también era diosa del hogar. Fue especialmente venerada por el gremio de los joyeros; aunque también lo fue de los grabadores en piedra, los lapidarios y los pulidores,en el códice se representa dos veces, una en la lámina 37, como parte de la escena ritual y otra donde se resalta, de manera especial, cuando rige la decimoctava trecena del tonalamatl, que empezaba con el día ce ehecatl, uno de los cinco días en que descendían las Cihuateteo; lo que identifica a Chantico como una de ellas.Chantico fue la primer mujer en no ayunar antes de hacer ofrenda a los dioses, por lo cual fue castigada por Tonacatecuhtli "Señor de los Mantenimientos" que la convirtió en perro. Otro aspecto importante de Chantico es que se le atribuye, con la participación de otros dioses, la invención de la joyería. Pero a ella en particular se le asignaban los afeites -cosméticos- de las mujeres. En efecto, la deidad se representa en el Códice Borgia, lámina 63 (fig.15) bellamente ataviada, al igual que Xochiquetzal, como si se intentara realzar su feminidad. El Tlazolxochitl "flor de trasformadora", uno de sus atavíos diagnósticos, es especialmente hermoso; éste ciñe su cabellera mediante un paño de tela con listas en tonos amarillo, blanco y rojo, adornado en sus orillas con círculos blancos, factiblemente de concha, que llegan hasta las cintas del manto, en este caso cubierto por la toca, las cuales finalizan en borlas, piel con flecos de finas plumas blancas y flores amarillas. En el vértice de la cabeza el zoyatemalli especialmente resaltado en la composición.
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Chantico, arquetipo de la feminidad, delicadeza y gracilidad.
Vaticano B, 66

El tocado permite observar el elaborado peinado de la diosa que consiste de un pequeño fleco y dos mechones verticales sobre la frente. La pintura facial como la corporal es amarilla con una pequeña línea ancha y negra sobre el mentón. Como adorno de la nariz lleva yacapapalotl fabricada con mosaicos de turquesa, así como su orejera de la que penden dos piezas de piedra café, una de piel con pequeñas plumas blancas y una joya blanca o de cristal. Sus collares son de oro y turquesa adornado con cascabeles redondos áureos; pero de manera especial los brazaletes son bellos. Constan de una argolla de oro, mosaicos de turquesa y piel de pinjantes de oro, el quechquemitl tradicional de la mujer es en tono rojo con franja amarilla y cenefa posiblemente de plumas de colores. Complemento ideal que armoniza con su falda blanca, aderezada con rectángulos bicolores en negro y rojo en la parte superior. En la inferior los rectángulo se distribuyen en una línea horizontal para terminar la falda plisada en la orilla. Todos estos atavíos dispuestos armoniosamente, se complementan con sus sandalias blancas sujetas a los tobillos por medio de cintas rojas de piel adornadas con flores amarillas, trabajadas en igual forma que los remates de los cordones del manto. Es importante hacer notar el interés del tlacuilo por mostrar un seno pleno y pesado, lo que viene a destacar su aspecto de Madre De manera similar a las otras diosas del Códice Borgia, Chantico también se posa sobre el icpalli, con la misma connotación de jerarquía, poder y Madre Protectora. En otras palabras, el eterno femenino que ha distinguido a la mujer a través de la historia de la humanidad.
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Mictlancihuatl
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Mictlancihuatl, arquetipo de las mujeres que hacen ocurrir dentro de sí el milagro de la vida.
Borgia, 5 Foto: Fig. 16

Con 32 representaciones que resaltan la importancia de su culto a Mictlancihuatl, "Señora del Mictlan", el inframundo, corresponde en su esfera de acción la muerte. Ella devora al hombre, como se puede observar en la lámina cinco del Códice Borgia (fig. 16), aquí la deidad porta su disfraz de muerta descarnada, inclusive en el torso se pueden observar las costillas. Su cueitl con pliegues en la orilla es blanco, factiblemente de papel, con la impronta que simboliza la Tierra. El ojo es cejado y el pelo está totalmente encrespado, adornado con ojos estelares. La orejera es de oro con adorno de papel. Atrás de su cuerpo se distinguen cuatro banderas de papel con franjas anchas y delgadas en color rojo que califican su aspecto mortuorio. Finalmente, la diosa se muestra en actitud de recibir el cuerpo del hombre en su seno como la Madre-Tierra pudo tener el poder absoluto de la vida, la realidad última. Todo lo que sale de su seno está dotado de vida y todo lo que regresa a la tierra es provisto nuevamente de vida. "El destino de la tierra es engendrar sin cesar, dar forma y vida a todo lo que regresa a ella inerte y estéril la tierra se encuentra al final y al comienzo de toda vida". La similitud de la mujer con la greda la hace participar de esta grandiosidad. Las mujeres
como la tierra "toman la intrincada vida humana, la vuelven a su origen y la hacen surgir de nuevo"
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Mictlancihuatl, fuerza destructiva y creadora.
Fejérváry Mayer, 37
La gran Madre-Tierra se manifiesta en forma de doble fuerza: creadora por un lado y destructiva por otro. La fuerza que engendra, como ya hemos visto, está permanentemente creando, dando vida y generando. La fuerza destructiva o desintegradora busca en todo momento, destruir para dar origen de nuevo a la vida. De esta manera se iniciaba el eterno ciclo de la vida y la muerte.
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Mujeres y diosas: voluntad o destino
Una importante tradición arraigada en la población prehispánica femenina, era su dedicación al trabajo textil. Desde que nacían las niñas se les entregaban los materiales necesarios para orientarlas en el trabajo con los hilos, y antes de su muerte las mujeres quemaban sus utensilios de trabajo para llevárselos a su otra vida. El amor a los hilos y la labor manual con ellos debió haber marcado la identidad y el carácter de las mujeres de la Mesoamérica prehispánica; les pertenecía la bella e indispensable labor de elaborar y mantener las prendas de vestir y el resto de textiles usados en la vida diaria y ceremonial. Según el Códice Mendocino, las mujeres de clases humildes enseñaban el oficio de hilar, bordar y tejer a sus hijas, extendiendo las técnicas familiares de generación en generación. Por otra parte, las mujeres de clases altas asistían a una institución especializada para la enseñanza; una escuela contigua a los templos en las que aprendían a desarrollar otras técnicas y habilidades en dichos terrenos.
Fray Bernardino de Sahagún añade, en el Capítulo Décimo de su Historia general de las cosas de la Nueva España que, entre las mujeres bajas, expresión con la que nombra a las mujeres de estrato social inferior, habían tres distinciones en los oficios del textil: existían las tejedoras de labores, las hilanderas y las costureras. De Sahagún establece también que había hombres que se dedicaban a dichos trabajos: los sastres, los hiladores y los tejedores, así como también los que comercializaban con estos productos en la sociedad mexica, verbigracia; los que venden mantas delgadas que llaman áyatl y de los que venden cactus y collares.
En la cultura mesoamericana, el tejer manualmente una tela está unido a la metáfora de trazar un destino. Para los habitantes de las sociedades prehispánicas, trenzar con las manos los hilos de colores que forman las prendas, y al mismo tiempo, el destino propio, es un vínculo entre una serie de actividades utilitarias concretas; el hilado, el tejido y el bordado, con una cosmovisión trascendental de la vida misma.
Para los pueblos mesoamericanos la importancia de esta práctica cotidiana estaba fundamentada en sus dioses, es decir, en los seres mitológicos que habitaban los niveles más altos de sus cielos, pero en cada cultura tenían características distintas. Los nahuas rendían tributo a Xochiquetzal, joven diosa enlazada a las deidades creadoras, cuyo nombre significa flor quetzal. Xochiquetzal era la diosa del amor y la belleza, pero además era la patrona de las tejedoras, ya que los nahuas la consideraban la primera mujer en ejercer estas actividades. Se le ubicaba hilando, tejiendo y cuidando a los hombres desde el Tamoanchan, un paraíso mítico para los nahuas ya que representaba el lugar de origen de los dioses. Xochiquetzal era celebrada en el mes número 13, huey pachtli, durante el cual las hilanderas practicaban el ayuno y oficiaban ceremonias en su honor. También entre los otomíes, Xichiquetzal era la patrona del tejido. En el códice Matritense está reseñada una escena de atamalqualiztli, una fiesta en la cual se le representa a la diosa sentada frente a un telar, vestida ricamente y adorada por mujeres que tenían una gran habilidad con la aguja (Arqueología Mexicana, no. 19, p. 8). Entre los mexicas Tlazoltéotl-Toci era la diosa del amor, del algodón y del henequén. Estas eran las fibras esenciales para la elaboración de telas y Xochiquetzal, patrona de las tejedoras.
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Ixchel, diosa maya de la luna. mantas por lo que Tlazoltéotl-Toci era fundamental para todas las personas dedicadas al hilado y el tejido. Se sabe que esta diosa portaba un huso en el tocado. Los husos eran palos de madera alargados y delgados, de aproximadamente 30 centímetros de largo, utilizado por los mexicas para hilar. Decoraba su tocada también una rama de algodón crudo, clavada en una banda también de algodón (González Torres). Los mayas también tenían una diosa que protegía sus hilados y tejidos. Su nombre era Ixchel y era la diosa de la Luna y esposa del dios solar. A Ixchel se le llamaba también la de las trece madejas de tela de colores. Ixchebelyax era la hija de esta diosa y estaba casada con Itzmaná. Ixchebelyax era la deidad de la pintura por lo que su relación con el color la vincula esencialmente con el brocado y el tejido.
Como en todo trabajo artesanal, la calidad de las materias primas es crucial en los resultados. Los fabricantes de textiles prehispánicos confeccionaban cuidadosamente las telas para las prendas de vestir, los manteles, los tapices y tapetes. Pero no sólo en base a la calidad de los materiales realizaban sus selecciones; los textiles mesoamericanos tenían también que corresponder en materiales y significados, es decir, debían reflejar congruentemente la cosmovisión de su cultura. De este modo, los materiales, diseños y colores significaban distintos estatutos en la estructura social.